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Mostrando entradas de 2010

El incendio

Tendríamos que haber estado algo más que sordos y ciegos. Tendríamos que haber perdido el sentido del tacto, y el olfato también para no haber sentido las cosquillas del humo ese ratón arañando con las patas la garganta, el mordisco que nos traía en la piel, como un disparo, el fuego que habíamos montado entre la cocina y el baño. Era cierto que yo no veía. Me besabas intermitentemente y en el vagón del true love yo cerraba los ojos cada vez que lo hacías. Me besabas tanto y tan bien que decidí dejarlos cerrados siempre para ver, nunca mejor dicho, si invirtiendo el orden de los factores el producto seguía siendo el mismo. Estaba sordo ya a esas alturas. Tus gemidos me habían traspasado el tímpano, y se habían instalado de tal manera en mi cerebro que habían cerrado la puerta con llave por dentro. Lo tuyo venía de serie. Eras un manual de instrucciones del desastre. Y yo un lector compulsivo, que no podía dejar a la mitad los libros. Follamos hasta que se rompió la cama. Bebimos hasta ...

Farolero

Tu cuerpo es la avenida de los sueños. Y yo el humilde empleado municipal, mono azul, feliz como los magnates del petróleo de tener todas las farolas brillando y brillando el día de Navidad.

Rhyme 'n' reason

A veces pienso que hemos llegado hasta aquí como dos caballos. Como dos purasangres que se disputan el Grand National, en una de esas ediciones en las que la niebla y la lluvia y la deficiente cobertura de la BBC impiden ver más allá de sus propios hocicos. Tú resoplas y me miras con los ojos gordos. Yo sudo y levanto la mandíbula porque he leído en los libros que soy el macho que tiene que protegerte. Pero la hierba nos hace las mismas cosquillas en los espacios interdigitales, y en el abrazo tras la línea de cal que no ha cruzado ninguno, son mis pulsaciones las que tienen el ritmo de la música electrónica y las tuyas las que se gastan un vals interior. A pesar de la caricia de niebla que nos disfraza de vírgenes, tu camiseta se separa de tu cuerpo el centímetro justo como para dejar ver tu piel, pálida y a la vez intensa, en el momento en el que rompe definitivamente a sudar. Tus labios se mojan cada poco tiempo al compás de tu pequeña lengua, en mi pequeña lengua se cita la saliva ...

1988: odisea en el espacio interior

Entras en la cámara de música con las cinchas de la escafandra todavía colgando: los pequeños apéndices de la esfera se esfuerzan por hacerte cosquillas en el cuello mientras terminas de ajustarte los guantes, muñeca, a tu muñeca a la que le sienta tan bien ser el principio del látex. : tienes los ojos tan abiertos que pareces un agujero negro: En la habitación de las pantallas, donde el acero y los botones rojos y verdes y el síndrome de las piernas inquietas, la comunidad científica te da las últimas instrucciones. Hay algo extraterrestre en la manera en la que te muerdes entonces el labio, hay algo a la vez extraterrestre y precioso en la posibilidad de que el perfilador, que te has aplicado violando los códigos de esterilidad de la nave, pueda rebasar con el mordisco la capa más superficial de tu epidermis para colarse en tu torrente sanguíneo, camuflado en rojo como uno de cada dos semáforos. : los semáforos, ya lo sabes, son viejos (tímidos) verdes que se ponen rojos cuan...
Tú eres lo mejor que me ha pasado en la vida.

Buenos días, princesa

http://www.youtube.com/watch?v=DFv2qxeMprc&NR=1

La reina del Pang

espero que me perdones por desvelar tu secreto más oculto Hay un brillo en sus ojos que no había visto ni siquiera en la prórroga de los orgasmos récord del mundo. Un brillo que viene del fondo del túnel del tiempo, y que hemos comprado al pasado al precio que tenían entonces las mismas llamadas de teléfono que ahora nos sostienen a los lados de la cuerda del funambulista los días de diario. Juega con burbujas con pistolas con relojes que paran el reloj igual que las manos con las que juega paran la sala de máquinas cuando hacen hervir todas las armas. Cuando inventa con su cuerpo el vocablo destreza. Juega; en sus pupilas sin fondo me enamoro de la ley de la gravedad mientras su simpático explorador mira continuamente al cielo. Ella no deja de hacerlo aunque esté lloviendo, el cielo, el cielo, mira y se cuelga de él con burbujas con arpones con forma de lengua que clava del cielo, el cielo de la boca abierta; hay un brillo en sus ojos de pantallas de miles de colores que me recuerda q...

Mil palabras

Hay una parte de mi cama que no duerme. No es una huelga declarada, es más bien un paro espontáneo, tan cardíaco como un infarto, porque le sale del corazón y de los muelles. Así que para combatir su insomnio hace pasar las noches junto a mí un rebaño de ovejitas. Que al principio, cuando se cierran las cortinas de la vía láctea, me ayudan a dormir, que a la mitad me despiertan y entretienen con sus sueños de oveja que quiere ser androide, que más bien llegando al final ocupan mi lado en busca de hierba fresca. Hay una parte de la cama que no duerme, y a mí la mañana me encuentra en el suelo día sí día también. Que del suelo, por cierto, sólo queda la mitad. Pero no porque esté cortado con sierra ni nada similar. Está cercenado de tal manera que no me pueda librar del ajedrez matutino y que de cada dos pasos en uno deje de hacer pie y me convierta en submarinista sin remedio hasta el piso de abajo. El tiempo que no estoy cayendo, me duelen los pulmones de tanta apnea, y siempre tardo u...

Más que mil palabras

ganas de hacer contigo lo que los bolígrafos con las mangas: frotarnos el uno contra el otro hasta que nuestra electricidad estética nos ponga de punta incluso los pelos...

Mata Hari en el espejo

Mata Hari en el espejo sostiene el arma con las dos manos. Estamos en mitad de una guerra, y en sus labios rojos sostiene una sonrisa como se sostiene el sedal de la caña de pescar, como aguanta el bando vencedor la línea enemiga, sin un milímetro de hemorragia. Los dos sabemos que el amor es sólo una escaramuza, y que tarde o temprano un pelotón de fusilamiento nos prestará doce pares de ojos, que ella será recordada para la posteridad por haber disparado antes a los soldados que se atrevieron a apuntarla y que no hará falta compensar con el flash la oscuridad del plomo cerrándonos la mirada. Pero mientras tanto hemos hecho nuestro el edificio de la embajada. Las embajadas, como los consulados y también las oficinas de correos, son edificios no-polares, porque ignoran el exceso de las orgias y la familiaridad de los dedos descalzos. Por eso es tan divertido ir de un lado a otro revolviéndolo todo con el sexo sobre las mesas y los pies poéticamente helados: Mata Hari y yo nos hemos exc...

Miss nine-teen

La noche más corta del año y ella llegaba con todos los regalos de los minusválidos. Regalos, como se lee en el inglés, gifts, con esa pronunciación tan imposible de la unión entre la efe, la te y la ese atravesando los dientes mientras se iba desnudando(me) de cara, las putas lo hacen de espaldas y también las niñas, pero las mujeres lo hacen de frente y también las mejores putas, a las que pagas por ello, y luego cerraba los ojos y luego cerrábamos los ojos los dos y la habitación se quedaba a ciegas mientras se colaban por el hueco de la puerta doscientas vírgenes y me acariciaban lascivamente las doscientas zonas erógenas de mi cuerpo, ciento noventa y cinco de las cuales no había descubierto hasta ahora; ya he dicho que traía los regalos de los minusválidos, como el tacto perfecto que había heredado de los superhéroes ciegos. Como la obsesión por el silencio de los mudos. Los mudos, que convierten las habitaciones en un bosque remoto lleno de árboles que se están cayendo. Así, cay...

7 estaciones: invierno al cuadrado

Si excluyes a los especialistas, y a los bomberos, y a los conductores de fórmula uno, una de las sensaciones más angustiosas que puede tener un hombre son las turbulencias de los aviones. Hasta que no ocurren, hasta que el agua del vaso no se derrama y se descuelgan por accidente las mascarillas de oxígeno, hasta entonces la mayoría no se da cuenta de que está suspendido a diez mil pies de altura, arriba, más arriba de lo que ha estado jamás, y de que un pequeño fallo podría partirle la columna de manera infinitesimal contra el océano. Y lo peor no sería no poder andar, sino seguir viendo el accidente una y otra vez en la parte de atrás de la cabeza. Y sin embargo, sólo los muy cobardes renuncian a volar, y luego pasan las noches de sueños largos imaginando su vida en el aire. Pasa lo mismo con el amor. Por eso cuando pasa la tormenta sientes entre tus dedos la bola extra que te ha sido concedida, y escribes en siete partes un diario de acción de gracias que se moja por los lados y em...

7 estaciones: otoño dos

La única manera de empaparse la mitad es convertirse en el doble, así que la oportunidad del otoño de vuelta es la tabla del primer número no primo. Al fin y al cabo los paraguas son unos productores perfectos de micronaciones, y la masa crítica de los países recién sacados del horno es menor de tres. Por eso después de tanto tiempo hablando del agua, una tarde seca significa lo mismo que las películas: por lo menos dos horas de oxígeno sin el hache (dos) añadido. Y el otoño, aunque no lo parezca, es un conducto perfecto para el cine, porque lo pasamos entero convirtiéndonos en nuestros dobles, sí, para mojarnos la mitad.

7 estaciones: verano de nuevo

Los veranos de interior vienen en los manuales de instrucciones de los puzzles. Son la respuesta a los principios sin final, es uno de los sinónimos que encuentran las piezas que se han quedado sin participar en el baile, y que se encuentran desnortadas en la esquina menos poética de la habitación. Los veranos de interior son los que no tienen el mar. El mar es el libro de soluciones, pero los veranos de interior son igual de interesantes que un trozo de cielo perdido o que la impresión de unos ladrillos que no tienen un lugar concreto donde caerse muertos: puedes quedarte mirándolos y jugar a imaginar con qué encajarían mejor. Por ejemplo imaginar que pasamos el día en un lago, desnudos, después de haber remado hasta el centro hasta quedar a salvo de los protectores solares de las cámaras digitales de la ropa de marca de los lunes de nueve a dos y de tres a seis. Y tiro porque me toca del tapón del lago y el agua, la misma que forma el cemento, se evapora hasta el centro de la tierra ...

7 estaciones: primavera

La palabra primavera contiene la palabra amar. Tiene las letras dentro, como cuando descubres las tijeras y los nueve años y rajas el peluche que ha dormido contigo más que muchos de los hombres que conocerás y metes dentro tus pendientes preferidos y luego juegas a suturarlo con las agujas de mamá. Tiene las letras dentro, pero las tiene desordenadas; el estómago es la montaña rusa interna del cuerpo. Además entra en escena el sexo y, en el movimiento de un orgasmo a otro, la primavera hace la digestión de amar. Los médicos recomiendan no bañarse en ese tiempo, así que el agua, que como ya sabemos es el único elemento que le podría dar verticalidad al cuerpo, queda excluida de la ecuación. Pasaremos la hora de la siesta tumbados sobre la hierba con el estómago lleno de sopa de cuatro letras.

7 estaciones: invierno

En invierno se multiplica la población de cigarrillos al borde del suicidio. No hay nada más que hacer en esta burda ciudad con exceso de fantasmas per cápita, sólo fumar y mirar por la ventana y tener tics nerviosos que nos recuerdan que nos gusta conducir. La vida está ahí fuera, pero el temporal es una madrastra cruel que nos deja sin baile. Así que el invierno está hecho para las nuevas cenicientas. Tú eres una de ellas. Vaya si eres una de ellas, te sabes los diálogos de la película desde que eras pequeña. El invierno está hecho para las películas, porque, al igual que el verano, provoca el acercamiento de los cuerpos. Los cuerpos se acercan en invierno para acordarse del verano, porque dos cuerpos que hacen reventar juntos sus juntas de dilatación siempre se encuentran en una estación distinta a la del mundo entero.

7 estaciones: otoño

Dicen del otoño que es la temporada de las lluvias. El agua tiene varias propiedades interesantes. El agua rescata el norte corporal, por ejemplo. Cuando después de la horizontalidad salvaje nocturna el espacio que antes ocupaban en la cabeza las coordenadas del propio cuerpo se ve sustituido por una noción parcial de la ubicación del mapa del tesoro en otro (equis entre las piernas), entonces el agua ayuda en la cirugía que extrae de la brújula el imán y averigua de nuevo dónde está la verticalidad: justo al polo opuesto del desagüe. Luego están las duchas acompañadas, que tienen el efecto contrario: boomerang a la cama. Pero todo viene del cemento. El agua también es un elemento necesario en la formación del cemento. El cemento es un elemento necesario en la construcción de carreteras. Sin carreteras no podríamos hacer el amor salvajemente y luego ducharnos y luego que el agua nos cite nuestra verticalidad colándose por los agujeros que el cemento ha dejado en el suelo de nuestro bañ...

7 estaciones: verano

El calor provoca la dilatación de los cuerpos. En las carreteras, imperceptibles y aburridas aguardan el verano largas tiras de caucho negro. Atravesadas, tumbadas día y noche, a la vez en ambos lados mientras no cumpla el mercurio la mayoría de edad. Como el piloto de un vuelo trasatlántico eterno, como los pasajeros del metropolitano de Tokyo esperan la hora punta con el corazón doblado en una esquina del bolsillo. El verano tiene los termómetros llenos de gordos que empujan para caber en el mismo sitio, y nadie puede evitarlo. Es curioso que la dilatación se produzca físicamente por el aumento en la energía cinética de las moléculas. Eso significa que si transmitimos a los cuerpos que van dentro la velocidad del vehículo que pasa sobre las juntas de dilatación en el preciso momento en el que éstas se rinden a la evidencia de que los dos trozos de asfalto que separan se van a besar entonces será inevitable que se enamoren por contacto. Luego está el agua, pero cuando llega es demasia...

7/22

felicidades Tu cuerpo lleva de serie la sabiduría que no han adquirido los arquitectos en milenios. Vive permanentemente en la punta del compás más alejada de la aguja, y evita los ángulos como los desentrenados dedos de los niños evitan la línea recta. Así, estás llena de radios que miden (en sonido envolvente) una canción de cuna, y de diámetros con la longitud exacta de aquí a la curva del horizonte. Tu cuerpo selenita es el responsable de las mareas. Sólo él cuando la rotación de la tierra lo acerca, se encarga de titirizar las olas hasta la espuma con su alto porcentaje de insomnio, y su elevada combustibilidad, y la capacidad de imantar por fricción cualquier tipo de material, y la capacidad con la misma fricción de propagar necesariamente los incendios que terminan en noches de apagones generales y un consumo de luz extraterrestre. Sólo él, lunar, a punto de ser alejado de la tierra como las naves que llevan a los astronautas de nuestros deseos, puede ser enorme luna en forma de...